En una ciudad donde el tiempo corría al revés, las personas se despertaban por la noche y dormían durante el día. Los niños crecían hacia atrás, y los ancianos volvían a ser jóvenes. Pero en medio de esta extraña realidad, una niña llamada Luna se enfrentaba a una misión crucial: encontrar al mago, un relojero ciego, para detener a un científico que quería borrar el futuro.
Luna vivía en una pequeña casa en el centro de la ciudad. Cada día, al despertar, notaba cómo su cuerpo se hacía más pequeño y su voz se volvía más aguda. Pero ella no se dejaba abatir por esta extraña situación. Tenía una misión que cumplir.
Un día, mientras paseaba por las calles de la ciudad, Luna oyó hablar de un científico que quería borrar el futuro. Este científico, llamado Dr. Tempus, había descubierto una máquina que podía alterar el tiempo y quería usarla para borrar el futuro y crear uno nuevo a su antojo. Luna sabía que si esto sucedía, el mundo tal como lo conocía desaparecería para siempre.
Desesperada, Luna decidió buscar al mago, un relojero ciego que se decía que tenía el poder de detener el tiempo. Según la leyenda, el mago vivía en una torre en el centro de la ciudad, pero nadie sabía cómo encontrarlo. Luna se puso en marcha, dispuesta a enfrentarse a cualquier peligro para cumplir su misión.
Durante su viaje, Luna se encontró con varios personajes extraños. Primero, con un anciano que le contó que el mago solo podía ser encontrado si se respondían correctamente a tres preguntas sin respuesta. Luna no entendió muy bien lo que quería decir, pero decidió seguir adelante.
Luego, se encontró con un grupo de niños que jugaban en la calle. Estos niños le dijeron que el mago solo podía ser encontrado si se tenía un corazón puro. Luna se preguntó cómo podría tener un corazón puro en un mundo donde el tiempo corría al revés, pero decidió seguir adelante.
Finalmente, Luna llegó a la torre del mago. La torre era alta y oscura, y estaba rodeada de un bosque espeso. Luna se acercó a la torre y llamó a la puerta. Al cabo de unos momentos, la puerta se abrió y apareció el mago. Era un hombre ciego, con una larga barba blanca y una túnica negra. Luna le explicó su misión y el mago le dijo que solo podía ayudarla si respondía correctamente a tres preguntas sin respuesta.
Luna se quedó pensativa. No sabía cómo responder a esas preguntas, pero sabía que tenía que intentarlo. El mago le hizo la primera pregunta: “¿Qué es más rápido que el viento?” Luna pensó un momento y respondió: “El pensamiento”. El mago asintió y le hizo la segunda pregunta: “¿Qué es más fuerte que el acero?” Luna pensó un momento y respondió: “La voluntad”. El mago asintió de nuevo y le hizo la tercera pregunta: “¿Qué es más valioso que el oro?” Luna pensó un momento y respondió: “El amor”.
El mago sonrió y le dijo que había respondido correctamente a las tres preguntas. Entonces, le entregó una llave de plata y le dijo que con ella podía detener la máquina del Dr. Tempus. Luna tomó la llave y se dirigió hacia la casa del científico.
Cuando llegó a la casa del Dr. Tempus, Luna se encontró con una sorpresa. El científico no era un hombre malvado, sino un hombre que había perdido a su familia en un accidente y quería borrar el futuro para poder volver a estar con ellos. Luna le explicó que no podía hacer eso, que el futuro era algo que no se podía borrar, y que tenía que aceptar la realidad.
El Dr. Tempus escuchó a Luna y comprendió que tenía razón. Entonces, le entregó la máquina y le dijo que podía hacer lo que quisiera con ella. Luna tomó la máquina y la destruyó con la llave de plata. El tiempo volvió a correr en su dirección normal y la ciudad volvió a ser como antes.
Luna regresó a su casa y se acostó en su cama. Al día siguiente, se despertó y notó que su cuerpo había crecido un poco más. Sabía que había cumplido su misión y que el futuro estaba a salvo. Y aunque el tiempo seguía corriendo al revés en la ciudad, Luna sabía que siempre tendría un corazón puro y que siempre podría enfrentarse a cualquier peligro para proteger lo que amaba.